Fue la llegada del nuevo Obispo a la diócesis de Oviedo en el año 1938 Manuel Arce y Ochotorena motivo de discrepancias entre la población que había sido sometida a las nuevas condiciones establecidas por el Nuevo Régimen. Este concreto episodio, el de la llegada de un nuevo Obispo a esta villa de Mieres en la que pernoctaría antes de su llegada a la capital, es reflejado por Dolores en sus memorias, al referirse:
«Salió marzo con gran repique de campanas, por la venida del nuevo Obispo a la diócesis de Oviedo y andaba el gallinero clerical preparando el recibimiento y cantando saraos y tedeums. La prensa jaleando todas las paradas que hacía en el trayecto: a tal hora pernoctó su ilustrísima en Pola de Lena con un apoteósico recibimiento.
El 2 de abril, llegó a la Villa de Mieres, en la que descansó de las grandes fatigas del viaje y salieron a recibirle tantos que era imposible el tránsito. ¡Vaya por Dios cuanta mentira!, porque conozco a mi pueblo y no digo que muchos se incorporaran a la caravana clerical, porque sólo buscan encumbrarse como sea a esa grey de vagos que todo lo mangonean, pero de eso a ser el pueblo en masa, eso no porque casi todos llevaban un dolor oculto y sangrando y esos espectáculos no los siente, aunque andando, el tiempo perdió mucho de su sensatez.
El tiempo calamitoso por el que tuvieron que pasar, dio al traste con lo que tenían más preciado, su libertad, porque cayeron en la esclavitud de las necesidades económicas…».
No sabemos si ese recibimiento al nuevo de Obispo de Oviedo fue multitudinario tal y como dejó constancia la prensa, o por el contrario fueron los menos y algunos obligados por las autoridades a tenor de la documentación extraída del Archivo Municipal de Mieres, en relación a este acontecimiento y donde se puede contemplar la explicita Alocución del Alcalde de Mieres José María García Comas:
“… la visita tiene carácter privado, pero no podemos en manera alguna sustraernos a la ineludible necesidad de rendir un homenaje sencillo a nuestro amantísimo Prelado, sin que para ello se revista el acto de la pompa que correspondería a un Ministro de la Iglesia Católica tan perseguida en estos últimos tiempos…
Cuan obligados estamos a mostrar sumisión reverente a tan ilustre visitante. El encarna la representación de nuestra Religión y nosotros los mierenses, católicos por excelencia en agradecimiento a la salvación de nuestra Patria, estamos obligados a manifestar este sentido, acudiendo a recibir al Prelado, como muestra inequívoca de que nuestra Diócesis no se ve abandonada de la Autoridad espiritual”
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Alocución del Alcalde de Mieres
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