García Fernández M. Represión franquista en Asturias, Associació per a la Memòria Històrica i Democràtica del Baix Llobregat, edición extraordinaria nº 23. Investigadora postdoctoral Margarita Salas Universidad de Leeds / Universidad de Oviedo.
«Aquel prolongado y aturdido silencio», Mujeres y represión franquista en Asturias.
Aquel prolongado y aturdido silencio. Aquel terrible silencio. […] Un silencio lejano, fuerte, oscuro como las noches sin dormir, o como el hambre, o como tanto callar. […] Pero yo tampoco estaré algún día. Ni les interesaré. Y no tendré mi recuerdo. Y hasta se extrañarán de que haya existido. De que las fotografías hayan podido ser verdad. Una persona como yo, tan desapercibida. Tan inútil. Tan muerta. No quedará ni este sentimiento, ni este vacío. (Canciones para después de una guerra, Basilio Martín Patino, 1976)
…Entre los centros de privación de libertad que más importancia tuvieron para las asturianas destaca la prisión de Saturrarán, en Gipuzkoa. Aunque estas también conocieron otras cárceles como las de Oviedo, El Coto (Gijón), Tenerife, Amorebieta (Bizkaia), Palma de Mallorca, Ventas (Madrid) o Les Corts (Barcelona), entre otras, una alta proporción de ellas cumplieron condena en Saturrarán, donde un tercio de las alrededor de 1.500 presas que había en 1940 eran vecinas de distintos pueblos de Asturias.Al menos 35 mujeres, 6 niñas y 1 niño provenientes de Asturias perdieron la vida en esta cárcel, sobre todo como consecuencia del tifus y la tuberculosis. Los testimonios y memorias de las mujeres que pasaron por esta cárcel, como los de Ángeles Flórez Peón, Concepción Pérez Fontano o Dolores Valdés, se refieren con gran consistencia al hacinamiento, la suciedad, el hambre y los parásitos, a la presencia de niños y niñas, al dolor por la muerte de las compañeras, a la férrea disciplina nacional católica y a las húmedas celdas de castigo, además de a la crueldad de las monjas que regentaban la prisión, a las que también han acusado de dedicarse al estraperlo y de lucrarse con parte de los alimentos destinados a la subsistencia de las reclusas. Todo ello servía para desposeer y humillar a las vencidas, que aguantaban en condiciones infrahumanas e insalubres.
Ante la humillación a la que estuvieron sometidas, las presas recurrieron a toda clase de estrategias de resistencia. Una de ellas fue la escritura, una actividad estrechamente vigilada que a Dolores Valdés le valió un segundo consejo de guerra. Natural de Mieres, Dolores era una mujer socialista, feminista, anticlerical, muy culta y de espíritu rebelde que fue condenada a reclusión perpetua, conmutada por quince años, siendo trasladada a Saturrarán. Allí se hizo con unos cuadernos en el economato de la cárcel, emprendiendo la escritura de unas memorias. Ello le permitía ocupar las horas vacías, pero también denunciar las malas condiciones de vida de las cárceles, crear memoria y afirmar su identidad como presa política.
Sin embargo, los cuadernos fueron descubiertos y Dolores fue condenada a otros doce años de prisión. Además, fue llevada al inhóspito penal de Palma de Mallorca. En el otoño de 1943 salió en libertad vigilada, retomando su empeño de escribir unas memorias, en las que describe su paso por las cárceles franquistas y manifiesta la necesidad de dejar constancia de los crímenes de la dictadura, para que estos no se olvidasen. Dolores falleció en 1967, pero sus escritos no fueron publicados hasta 2020….
En la fosa del cementerio de Tiraña (Laviana), junto a otra decena de mhombres, se encuentran los cuerpos de tres mujeres asesinadas en abril de 1938. Se llamaban Selina Valles Hevia, de 24 años; Sara Corte San Martín, de 25 años y Virginia Suárez, de 32. No mucho después, a principios de junio de 1938, fueron asesinadas ocho mujeres hoy conocidas como “les Candases”, que fueron marrojadas vivas, con otros cinco hombres, por el acantilado del Cabo Peñas. Tenían entre 20 y 76 años y se llamaban Áurea Artime García, Balbina y Plácida López Artime, Rita Fernández Suárez, Daría González Pelayo, Rosaura Muñiz González, Secunda Rodríguez Fernández y María Fernández Menéndez. Varias de ellas eran sindicalistas y obreras de la industria conservera local. Fueron asesinadas como venganza por la muerte de un falangista en un enfrentamiento. Antes fueron torturadas en la sede de la Brigada de Investigación y Vigilancia, situada en el edificio que hoy alberga el ayuntamiento de Candás. La Quinta Pedregal, en Avilés, es otro edificio tristemente conocido por las torturas y asesinatos que allí se producían. Entre las desaparecidas se encuentra Aurelia Álvarez Fernández, una modista de Corvera y simpatizante del Partido Comunista que fue detenida en febrero de 1938. Otra treintena de mujeres desaparecieron o fueron asesinadas en la zona de Avilés y alrededores. Entre los lugares de la memoria del terror también está la Cuesta Vindoria (Langreo), donde fueron asesinados tres hombres y cinco mujeres, una de ellas embarazada. Varias de las fusiladas eran militantes socialistas y obreras de la fábrica de chocolates Mayín, además de colaboradoras del Socorro Rojo Internacional. Tras permanecer detenidas en la cárcel de La Pontona (Laviana), fueron asesinadas en noviembre de 1937 en una escombrera entre Ciaño y El Entrego, siendo sus cuerpos abandonados durante varios días sin recibir sepultura…
En definitiva, pese a lo terrible y dilatado que fue aquel silencio, fueron muchas las que se negaron a callarse o las que, en cuanto pudieron, fueron rompiendo ese “prolongado y aturdido” silencio; o lo están rompiendo ahora sus descendientes, que bucean en sus recuerdos personales y en los propios archivos históricos para encontrarlas y saber más de ellas; o lo continuamos rompiendo entre todas cuando las recordamos, las honramos y dignificamos su memoria.
Gracias Mónica García por tu trabajo y por contribuir a que la memoria de Dolores Valdés siga presente en nuestros días.
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