Las cartas de Josefa Segret y Dolores Valdés II

En esta carta enviada por Josefa Segret a Dolores Valdés en abril de 1946, desolada por la situación en la que se encuentra una vez recuperada su libertad condicional, le confiesa con resignación, el engaño y la falta de lealtad de aquellas personas en las que creía confiar, y así víctima de su buena fe, le cuenta como fue objeto de un vil chantaje.

 

La Guardia a 14 de abril del 46

Queridísima Dolores: Seguramente le llamará la atención que me halle en esta, donde no debiera poner los pies mientras el tiempo estuviera espinoso.

Pero es que el mundo es escoria, además de envidioso, es también perverso con unas lacras de vicio, que la humanidad que siente la mayor parte de las veces desconoce, hasta que las circunstancias al poner en contacto la esencia con el lodo les hace resaltar.

Esto nos ha ocurrido antes, ocurre ahora y ocurrirá siempre que en un pueblo no impere una elevada moral. Tenemos la desgracia de que, al pueblo español, se le hayan inculcado, desde siglos pasados, unos principios completamente falsos y, a sabiendas, partiendo de la falsedad de esos principios, se revuelca a gusto en la ciénaga gran parte de ese pueblo incapaz de superarse. Porque realmente viven así muy a gusto sin querer corregirse de sus propios defectos que, a veces, degeneran en vergonzantes vicios.Por eso cuando tropezamos con alguno de esos seres, sufrimos las decepciones más grandes y las consecuencias más lamentables.

Yo no sé si es por la buena fe de mi carácter, en dispensar las faltas de los demás, por creerlas hijas de una mala educación y poco cuidado de los padres en la formación de la misma, pero el caso es que la falsedad y el engaño me siguen donde quiera (quizá sea una de las sombras en mi signo), y cuando pienso en encontrar lealtad como respuesta, encuentro truhanería. Y como por lo visto lo que voy pasando les parece poco a ciertos explotadores de épocas de sacrificio, han tenido la villanía, aprovechándose de las circunstancias, de hacerme víctima de un vil chantaje (diciendo que me buscaba la policía), infame proceder de dos golfas y un bellaco pelele, marido de una de las mismas.

Yo pobre de mi, ignorante de tanta falacia, permanecía escondida, temblándome el corazón y el alma a cada llamada que en la puerta hacia, y me contaban casos espeluznantes que por Asturias y demás sitios hacían a los que estando como nosotras sabían donde residían. Teniendo que soportar, estando allí metida, un relato sin medida y vendiéndome como favor, a alto precio el tenerme allí escondida.

Mucho, mucho tengo que contarle de este episodio, así como de otros que guardo para contarle cuando charlemos algún día. Mientras tanto, vayamos enfocando… a ese montón de miserables que forman una sola clase, aunque naveguen, unos agarrados a la quilla del barco (1), otros bien sentados en los puentes y otra parte buscando el mejor sitio en la cubierta…

Recordemos el día aunque sólo sea con esta línea.

Sí…un caballero así, merece preciosas flores y hermosas lilas.

Reciba  cariñosos afectos de María y familia con un apretado abrazo de su amiga

Josefa

Compartir:

Anterior

Siguiente