El alojamiento en los Destacamentos Penales

En 1940, la obra de Redención de Penas por el Trabajo, en su apartado propagandístico, se encargaba de difundir que los penados a trabajos forzosos, gozaban de unas instalaciones dignas y que su cuidado era una de las prioridades del Patronato.

Y así se hacía una mención especial destinada a los alojamientos, exigiendo a las empresas que construyesen o habilitasen pabellones MUY ACEPTABLES.

Su local fundamental, el dormitorio, que habría de contar con suficiente espacio, estar ventilado y de temple aceptable.

Igualmente se indicaba, como en la mayoría de los Destacamentos, las empresas que contaban con esta mano de obra, habían facilitado para sus comodidades, camas o camastros individuales, instalando en algunos literas para un mejor aprovechamiento del espacio y que si la ventilación era suficiente, resultaba ser un sistema aceptable, aunque reconociendo peores condiciones que aquellos destacamentos que contaban con camas individuales.

Su especial preocupación, la limpieza, pues estos a juicio de las autoridades, este debiera ser un aspecto «fundamental», facilitando el Patronato reclusos en condiciones muy económicas para realizar este servicio de limpieza, todo un catalogo de buenas intenciones y de servicios en pos de la salubridad de los reclusos.

Otra dependencia muy importante, era la cocina, pues para un buen rendimiento de los trabajadores, (cuestión fundamental en la explotación de los penados), estos debieran estar bien alimentados, con una comida sana y de calidad, ademas de que su condimentación y preparación debiera hacer con el mayor orden, limpieza y esmero.

Así se informaba, cómo las empresas habían dispuesto buenas cocinas y dispensa, comprendiendo como toda la atención que prestaban a este importante extremo, redundaba en su propio provecho.

Por su parte la higiene, debiera estar garantizada y así las empresas, habían montado en general, buenas instalaciones que contaban con lavabos, retretes y en muchos casos, duchas, siendo ejemplares las instalaciones de la Sociedad Duro Felguera, Minas de Silleda entre otras, siendo esta última un ejemplo del tratamiento y evacuación de las aguas residuales y fecales.

En cuanto al agua, se habían tomado los esfuerzos necesarios, para dotar de buena calidad y abundancia en todos los Destacamentos, haciendo igualmente hincapié en que estos servicios no solo beneficiaban al trabajador si no que recíprocamente sus beneficios recaían directamente sobre las empresas,

Y completando estos servicios destinados al uso y disfrute de la población reclusa, como si de uno de los modernos y actuales complejos residenciales se tratase, las empresas debían de dotar de un patio o explanada, todo ello para que el recluso disfrutase al aire libre «buscando esos grandes elementos de la vida que son el sol y el aire libre y que tan excelentes condiciones ofrece generalmente en nuestra patria».

Asi, se debiera contar con espacios libres contiguos a los pabellones, bien orientados y soleados todo ello a los efectos de que el recluso pudiera dar rienda suelta a su «imaginación en las largas y relajadas jornadas al sol y la naturaleza», ademas de la amplitud posible y sin otra protección necesaria que una mera alambrada o tapia.

En estos espacios, los reclusos organizaban sus juegos de bolos, sus campeonatos de futbol (si la extension es suficiente) y otros pasatiempos y deportes. Todo un catálogo de actividades que el Patronato sentía orgullo de poner a disposición del recluso.

La religión, pieza fundamental en el Nuevo Régimen franquista, también debía de estar presente en estos Destacamentos Penales, estableciéndose de sumo interés, la instalación de una capilla,  en aquellos Destacamentos donde fuera posible y en su defecto la instalación de un altar, en una sala donde tuvieran cabida todos los reclusos, sería suficiente para celebrar misa todos los domingos y fiestas preceptivas.

Prueba de la importancia de que la religión debiera estar presente entre aquellos tildados como «rojos»  y cuyos espíritus habrían de ser rescatados y recuperados para la «causa nacional», era el nombramiento de capellanes propios en los Destacamentos más importantes, y en los demás, esta labor se encargaría a los sacerdotes de la localidad más cercana al Destacamento para que estos acudiesen domingos y días festivos a decir misa y atender espiritualmente a los presos.

Desafortunadamente, solo se trataba de mera propaganda del Régimen. Franco era consciente de que la mano de obra de los reclusos, ademas de carecer de importancia alguna, era dócil,  barata, reportando grandes beneficios para el Estado, y donde las condiciones a las que los reclusos en sus trabajos forzados tenían que enfrentarse, no figuraba entre sus prioridades, distando mucho de lo reflejado en la obra propagandistica del Patronato.

La ejemplaridad de las minas de Silleda como paradigma de lo que debiera ser un centro con plenas garantías para los que allí iban a cumplir condena, queda perfectamente en entredicho .

 

TEIJEIRO RODRIGUEZ, Domingo. (2008). Los espacios de reclusión franquicias en Galicia. Análisis de la población reclusa (1940-1950). Minius. Revista do Departamento de Historia, Arte e Xeografia. XVI. 243-262. expone:

 

Se trata, en todos los casos de destacamentos alejados de la prisión y acondicionados para que se puedan instalar los reclusos con unas mínimas garantías de seguridad y vigilancia, en el caso de destacamentos o de obras realizadas por los presos de una prisión que al final de la jornada laboral regresan a ella para pernoctar…

 

En general estos Destacamentos lejos de convertirse en un centro de Redención de Penas, donde el recluso acudía, con la ilusión de obtener la libertad con una mayor premura, estos se convertían en verdaderos campos de concentración, donde muchos o bien perderían la vida, o bien pagarían graves tributos para su salud.

 

OLAZOLA ELORDI, Juanjo. (2006) “Trabajo forzado y ferrocarril. Destacamentos penales y construcción de infraestructuras ferroviarias”. En IV Congreso de Historia Ferroviaria, Málaga, recoge:

 

Por lo que respecta a la vida de los penados en los destacamentos, su actividad se desarrollaba a las órdenes de los contratistas de los que dependían las obras que desarrollaban, bien fueran empresas constructoras bien otras instituciones como obispados y órdenes religiosas. La jornada laboral, de lunes a sábados, se iniciaba a las ocho de la mañana, trabajando interrumpidamente hasta el mediodía. Tras una breve parada para comer, se reemprendía la faena hasta las seis o las siete de la tarde, aunque en ocasiones podía prolongarse aun más. En principio, los domingos, la única actividad era la celebración de un oficio religioso en los propios barracones en los que se alojaban los presos impartiéndose también charlas reeducativas. Evidentemente, y dado que se trataba de reclusos, no podían disfrutar de horas de paseo o siquiera de la visita de los familiares. 

Por lo general, se carecía de maquinaria sofisticada para la realización del trabajo por lo que el esfuerzo físico desarrollado por los presos era extenuante. Los penados disponían de escasos medios técnicos para el desarrollo de su labor, siendo la mayor parte del trabajo puramente manual. Se disponía de pequeñas vagonetas sobre vías portátiles para el acarreo de los materiales y escombros, siendo habitual trabajar jornadas a destajo en las que se debían excavar y cargar cuatro vagonetas por reo. La empresa proporcionaba la ropa de faena, que consistía en uniformes y calzado procedente del ejército republicano…

 

Otro Destacamento Penal franquista el de Bustarviejo (Madrid), cuyos trabajos allí realizados fueron la construcción de un tramo de ferrocarril que uniese las localidades Madrid-Buegos entre los años de 1944-1952, es otro ejemplo de lo que allí tenía lugar.

 

FALQUINA APARICIO, Álvaro et al. (2017). De estos cueros sacaré buenos látigos : tecnologías de represión en el destacamento penal franquista de Bustarviejo (Madrid). Ebre 38: Revista Internacional De La Guerra Civil, 1936-1939, (5). expone:

 

Los camastros seguramente se ubicarían sobre unas banquetas realizadas en mampostería situadas en las esquinas opuestas a la de la puerta de entrada, lo que las aislaría del suelo frío y húmedo. Sobre ellas se acoplarían por la noche las tablas que harían de cama, con colchones de hierba seca u hoja de roble, y por el día se levantarían para dejar diáfano el espacio y las banquetas libres para su uso como asientos…

El hambre, el frío y la miseria, así como la estigmatización política, ideológica y social, fue el marco donde se desenvolvió la vida cotidiana de los presos y de sus familias…

 

Imagen de portada:
Dormitorio Destacamento Penal Pozo Fondón- Asturias 

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