Un balneario de Mutriku se convirtió en la mayor cárcel franquista de mujeres. En sus celdas fallecieron 170 presas y niños, un episodio olvidado demasiado tiempo
Entre Ondarroa y Mutriku, la playa de Saturraran forma parte de un bello entorno, antaño lugar de veraneo y descanso para turistas adinerados. Las olas llegan con fuerza hasta este arenal que destaca por el peculiar perfil de dos peñascos que, según cuenta la leyenda, adoptaron la forma de dos amantes, Satur y Aran. El lugar, sin embargo, guarda una historia cruenta real que conviene recordar pues incluso hoy son muchas las personas que desconocen que en esta playa hubo un presidio en el que miles de mujeres sufrieron persecución, hambre, enfermedad y muerte. Muchas de ellas vieron, además, cómo les arrebataban a sus hijos para darlos en adopción a familias falangistas.
Saturraran fue una Prisión Central para mujeres juzgadas y condenadas que funcionó como tal entre 1938 y 1944, es decir, durante la Guerra Civil y hasta cinco años después de finalizada la contienda. El conjunto de edificios que albergó la cárcel pertenecían a un antiguo hotel balneario de lujo, y sirvieron para diferenciar a las presas en pabellones: el de las madres, el de las ancianas y un tercero para las jóvenes. La investigadora y periodista María González Gorosarri, autora del libro ‘No lloréis, lo que tenéis que hacer es no olvidarnos’, calcula que cada una disponía de unos 45 centímetros de suelo para dormir, y lo hacían sobre jergones de hoja de maíz amontonados. En 1944, con la II Guerra Mundial terminada y ante el temor de que la victoria de los aliados pusiera fin a la dictadura fascista en España, el régimen decidió echar el cierre al penal y los edificios fueron cedidos a la Iglesia para su uso como seminario.
Fuente documental:
El correo
Fuente imagen:
Guerra en la Universidad