Alfabetización de las presas republicanas.

Estragués, R. M. A. (2019). Escritura y memoria. Vegueta- Anuario De La Facultad De Geografía e Historia.

Aragüés, Doctora en Historia Contemporanea de España en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), citada en el trabajo de introducción de las Memorias de Dolores Valdés,  resalta la importancia de los testimonios de las mujeres republicanas en las cárceles franquistas, cuyo consuelo en sus reclusiones era el escaso contacto epistolar que mantenían con sus seres queridos. Su trabajo entre las reclusas de la cárcel de Zaragoza, será conocer el grado de alfabetización de las reclusas, así como la implicación de los centros y funcionarios penitenciarios en la formación de aquellas mujeres, a través de los datos obtenidos de los archivos de la Prisión Habilitada de Predicadores.

Dolores Valdés en relación al alto índice de analfabetismo que existía entre las presas, deja patente  varias reflexiónes en sus memorias que enlaza perfectamente con el trabajo de Aragüés y así deja escrito:

«Allí las mujeres eran una pena, el analfabetismo era una cosa horrorosa. Ni el tres por ciento sabía leer ni escribir, sobre todo las andaluzas, gallegas, extremeñas y de la parte de Toledo, pero rezar saben todas. Con una población de analfabetos y otra de semianalfabetos porque tan analfabeto es el que lee y no sabe lo que lee, como el que no sabe leer y así nos luce el pelo…

…los que nunca quisieron que el pueblo despertara, ahora se ponían a la ingrata tarea de enseñar a aquellas pobres presas hambrientas, y abrieron la escuela para que aprendieran algo, sobre todo «doctrina», enseñando el caramelo que si la aprendían saldrían en libertad. Eso lo aprendían, pero a leer y escribir no aprendían.

Era tarde para eso, y eso de la letra con sangre entra, un absurdo de los muchos porque mientras haya hambre, no está fija la mente más que en la manera de saciarla como sea y allí había tanta culpa de aquellas brujas con tocas, que el «Tempranillo» y otros célebres ladrones eran unos santos, porque se lanzaban a perder la vida por su vicio y estas robaban a infelices indefensas con esa voracidad que no tiene un límite en su ambición…»

 

Foto I. Prisioneras en un taller en la cárcel de Barcelona en 1952.

 

Mas concisa se muestra Dolores Valdés respecto a esta problemática, en la declaración que efectua ante el ante el Teniente Honorario Juez Instructor D. Mariano G. por el Sumarísimo de Urgencia número 3134/1938, realizado en San Sebastián, tras haberle incautado cinco cuadernos manuscritos y catorce hojas sueltas, en un cacheo a consecuencia de un chivatazo en la prisión central de mujeres de Saturrarán, así declarará:

…Yo soy su juez instructor y no puedo, pero se defenderá usted misma con esa lógica acerada que tiene.

Sí señor, como no me atropellen ese derecho de defenderme lo haré. Porque señor juez pienso muchas veces lo poco que les quedó de aquel gran penalista Rafael Salillas  y del coronel Montesinos, que querían devolver a los que por lo que fuera, iban a cumplir una condena. Copiaron mejor aquello de, “para hacer al bueno malo y al malo peor”. Porque que yo sepa, hay en el penal lo menos 30 maestras con título y no organizan unas clases siquiera para justificar la venta de material escolar. Yo soy un caso aparte, pero muchas pobres compran una libreta para distraerse y escriben cualquier cosa que se convierte luego en tortura para ellas mismas, además de gastar el dinero. Encáucese por medio de clases para que además de distraerse, sea un provecho de tanta desgracia. Y además es más humano, ya que por una simple nota tienen meses enteros a pobres reclusas sufriendo, lo que parece increíble…

Aragüés en su trabajo comienza citando a (Lukács 1836-1838;123-124) ,   como » las prisiones actuaban como verdaderos instrumentos de represión, donde el gobierno al disponer de la libertad y el tiempo del detenido, ejercerá un total poder sobre aquellas actividades que en libertad se realizan con normalidad (sueño, vigilia, calidad de alimentos) además de ejercer un control casi absoluto sobre el pensamiento, pasando pues a ejercer una posesión del ser humano, así como de todas las físicas y morales que hay en él y del tiempo en el que él mismo está inserto».

«El instrumento represivo que mejor se ciñó a las intenciones depurativas de Franco fue el sistema penitenciario.  Podría decirse que el régimen aplicó al pie de la letra el concepto de prisión decimonónico definido por Foucault como la maquinaria más poderosa para imponer una nueva forma de vida y pensamiento al individuo por medio de una educación total (Foucault, 1992:  238-239).  Recordemos que la represión llevada a cabo sobre la población leal a La República por el régimen franquista tuvo como fin la eliminación física y moral de todo individuo que se opusiera al mal llamado «Alzamiento Nacional» …

…aplicando   estas   teorías   punitivas   decimonónicas   en   todos   los   centros   de reclusión, tanto de hombres como de mujeres, el régimen procedió a la total anulación del individuo y su destrucción moral y material por medio de diferentes normas y mecanismos destinados a dirigir y controlar la vida de los reclusos en todos los ámbitos: físico, psicológico y moral. Por ello fue imprescindible su total desvinculación con el mundo exterior, en especial impidiendo todo lazo de unión con el mundo familiar, ideológico y social. Para ello se valió de la incomunicación de los reclusos con el mundo exterior y de la censura de las comunicaciones personales, tanto escritas como orales…»

 

Foto II. Presas políticas en la cárcel provincial de mujeres de València

 

Esta situación de aislamiento tuvo una importante contestación dentro de las cárceles donde rápidamente se organizaron complicados medios de comunicación con el exterior. No fue diferente en las cárceles de mujeres, donde cartas y notas clandestinas se intercambiaban entre reclusas y familiares utilizando para ello los más insospechados recursos. Es por esto que es necesario poner de manifiesto la importancia que tuvo la escritura, fuente de los testimonios escritos de las mujeres republicanas en las cárceles franquistas.

Buena prueba de esto resaltado por Aragüés, son la colección de cartas enviadas por la íntima amiga de Dolores, la gallega Josefa Segret y recogidas en su libro titulado «Abajo las dictaduras» editado por ella misma y publicado en 1982. En el mismo se narra, como para salvar la censura impuesta en los centros penitenciarios, utilizaban un lenguaje encriptado que les permitía informar y ser informadas por sus familiares de lo que «extramuros», sucedía.

Conocer el grado de analfabetismo, la formación o si todas tenían la capacidad de poder escribirse con sus seres queridos, así como el papel que otras compañeras hubieran podido tener en la formación de estas mujeres, es una tarea harto difícil.

Los estudios realizados sobre las cárceles de mujeres (EIROA, BARRANQUERO y NAVARRO, 1994; VINYES, 2002; EGIDO, 2011 y 2017; HERNANDEZ, 2005 y 2011; MOLINA, 2010) se han centrado especialmente en las fuentes primarias depositadas en los archivos; libros de entradas y salidas, expedientes, libros de actas, etc. A partir de ellos podemos hacer una valoración real de la situación de aquellas mujeres; como era la vida en la cárcel, cuales sus condenas, motivos de la detención, consejos de guerra, incluso las denuncias de las que fueron objeto. Pero el historiador echa en falta algo imprescindible, los sentimientos de aquellas mujeres; sus alegrías, su desesperación al no tener información suficiente del mundo exterior para entre otras cosas saber la suerte que habían seguido sus familias. Sus miedos: miedo a la muerte, al dolor de las torturas a las que muchas fueron sometidas, a sentirse tratadas como si fuesen criminales, a lo desconocido, a desaparecer sin dejar rastro.

Sólo los relatos de las propias reclusas son capaces de llenar ese vació y por ello testimonios orales y escritos han cobrado tanta importancia y son imprescindibles para conocer la vida de esas mujeres que lucharon por sobrevivir en las cárceles franquistas. Soledad Real, Juana Doña y permítanme como no, introducir en este artículo el testimonio de Dolores Valdés.

Aragúes en su trabajo señala como al no existir datos oficiales sobre la alfabetización en las cárceles franquistas, se remitirá a la ya citada Cárcel de Predicadores de Zaragoza, analizando la documentación de dicha institución.  La investigación llevada a cabo en estos últimos años en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza sobre Predicadores le ha permitido consultar los Libros de Registro y los Libros de Entradas y Salidas no encontrando ningún dato sobre el grado de alfabetización de las reclusas.  Pero no así en los padrones de la ciudad Depositados en el Archivo Municipal, donde viene perfectamente documentado este dato. Para este trabajo se han consultado los padrones de: 1940, 1945, 1950 y 1955, este último pertenece ya a la Prisión Provincial de Torrero a la que, en 1955, tras el cierre definitivo de Predicadores, fueron trasladadas las reclusas que aún permanecía en ese centro.

igualmente se realiza un análisis y descripción de los padrones, y así por ejemplo se señala como en el padrón de 1940, en relación a sus profesiones, el grupo más numeroso es el de «sus labores»  siendo el 41,85 % analfabetas. De los demás grupos el porcentaje de las alfabetizadas es mayor a excepción de las viudas. Así tenemos, 4 modistas que saben leer; 10 empleadas de hogar, 6 saben y 4 no; campesinas, 1 si y 4 no; comercio, 7 todas saben leer; 6 maestras; 1 contable, 2 comadronas y 1 actriz que no sabe leer y 1 prostituta que si sabe leer.

 


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