El dolor de las presas en Can Sales

El 14 de julio de 1940, con el muelle lleno de gente, Dolores se sube a una furgoneta con destino a la prisión de «Can Sales» en el número 42 de la calle Salas, un caserón conventual, con las ventanas y balcones entablilladas que metía pavor según deja escrito en sus memorias.

Con la mirada cansada, Dolores buscaba desesperadamente a su amiga Josefa Segret. Mientras esperaba a su amiga, contempla como un hombrecito viejo con cara de contrabandista, Maese Miguel, venía a vender refrescos a las recién llegadas y con un plato de barro encarnado, unos fideos arreglados y un pedazo de pan fueron recibidas.

Posteriormente, Dolores y sus compañeras, fueron llevadas a un cuartucho, donde las desvistieron, las lavaron y con el vestido del primer padre Adán, allí fueron examinadas para comprobar si venían con algún viajante entre sus cabellos.

Esta es la descripción que Dolores recoge en sus memorias de su llegada a Mallorca a la prisión de Can Sales desde Saturrarán-Motrico.

David Ginard I Feron, en su trabajo «Entre el castigo y la redención. Las mujeres encarceladas en las islas Baleares (1936-1943)», deja constancia, de cómo este establecimiento conventual tal y como lo describe Dolores, fue usado para destino de mujeres encarceladas, «por imperiosa necesidad en el orden moral y para evitar en lo posible el hacinamiento de presos» puesto que los locales antes destinados a tal fin, «no reunían las debidas condiciones para que presos de ambos sexos fueran adecuadamente instalados».

Este edificio el de la calle 42 de Can Sales, era un hospicio usado desde 1876 por la congregación religiosa de las Hermanitas de los Pobres y dada la situación en la calle Salas, pasaría a ser conocida como «Can Sales», «prisión hermanitas» o las «Hermanitas de los pobres», cuyas monjas vestidas de negro, eran la antítesis de las monjas de Saturrarán vestidas de blanco tal y como deja por escrito Dolores.

El edificio, según David Ginard, era ruinoso hasta el punto de que un 27 de enero de 1937, fue necesario desalojar durante unas horas por el peligro de derrumbe. Sus instalaciones, contaban constaban de dos dormitorios, de 11 x 6 metros en los que estaban alojadas las presas, con un lavabo, una cocina, un patio interior y una celda de castigo.

De las pésimas condiciones existentes en la prisión, Dolores deja constancia en sus libretas:

«…ya empieza a escasear la comida, el agua se sacaba de un pozo y tenía gusanos. Para lavar teníamos que hacerlo en un cubo, el patio era una cochinera estaba lleno de unas hormigas pequeñas que nos abrasaban.

La oficialidad se componía de Don Mateo que tenía corte de “monterilla” borracho perdido, tenía sobre su conciencia más crímenes que “Petiot”. El “bigotes”, un hombrecillo menudo más ladrón que “Pernales”. Don Jaime, con cara de burro y dientes de americano, que ni fu ni fa, y otro con cara de monigote para darle sopapos.

Cada día bajaba uno al patio a ver la comida que consistía en verdura. Los primeros días nos dieron patatas y judías verdes, o sea fréjoles, pero aquello enseguida como a los conejos, verdura y más verdura y agua y más agua, pero el día que estaba el “bigotes” estaban más espesas, crudas para que fuera mayor su volumen…»

Para más información sobre lo alli acontecido, se deja el magnifico trabajo de David Ginard.

Foto I. Placa homenaje a Matilde Landa.

Mas información sobre Can Sales:
David Ginard
Fuente imagen:
Ca’n Sales, la presó de les dones
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Video de  Matilde Landa presa en Can Sales que coincidiría con Dolores Valdés

 

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